Ya era hora de presentarte en Frases.Top esta sección especial para parejas y para enamorar, porque nuestra selección de cuentos de amor cortos, largos e infantiles que tenemos para ti, son perfectos para leer a los niños y niñas antes de irse a dormir a la cama. Tanto si buscas los más clasicos y populares, como los más bonitos menos conocidos, en esta sección encontrarás los mejores. ¡Vamos a verlos!
Cuentos de Amor Cortos y Románticos
LA CENICIENTA
Había una vez, en un hermoso país, un rico comerciante que vivía feliz en compañía de su esposa y su hermosa hija. Un oscuro día, el comerciante enviudó, su esposa había contraído una misteriosa y terrible enfermedad.
Fue así como empezó a vivir en soledad con su hija, en una enorme finca a las afueras del pueblo. Con el paso de los años, el padre de la joven decidió volver a casarse, por lo que contrajo matrimonio con una señora respetable, Lady Tremaine, una viuda con dos hijas, Drizella y Anastasia.
El padre de la joven murió de forma inesperada y esto selló el destino de la joven. Lady Tremaine era una mujer muy cruel y egoísta, solo deseaba el bienestar de sus hijas y odiaba a su hijastra porque era más bonita y noble.
Obligó a la joven a trabajar hasta el cansancio, tanto trabajó que su nombre pasó a ser Cenicienta, pues sus ropas siempre estaban llenas de cenizas de la chimenea. La pobre Cenicienta era la sirvienta de su propia casa, era humillada y maltratada, pero no por eso dejó de ser gentil. Su amabilidad la hizo convertirse en amiga de los ratones y pájaros que vivían cerca de la casa.
Un día, mientras Cenicienta preparaba el desayuno, el malvado gato de Lady Tremaine, Lucifer, persiguió a uno de los ratones, Gus. El ratoncito en su inocencia, se escondió detrás de la taza de té de Anastasia, dándole un susto de muerte. Anastasia acusó a Cenicienta ante su madre y esta la castigó con tareas extras.
Y así pasaron los días, hasta que llegó a la casa una invitación. El rey ofrecía un baile para que su hijo, el príncipe, escogiera su esposa.
Drizella y Anastasia enloquecieron de alegría. Empezaron a pelear por los vestidos más hermosos y a gritar con sus estridentes voces hasta que Lady Tremaine intervino y le ordenó a la pobre Cenicienta que las peinara y creara para ellas los vestidos más hermosos.
— ¿Si lo hago podré ir? La invitación dice que deben ir todas las doncellas casaderas del reino—dijo Cenicienta con humildad.
—Si terminas tus tareas podrás ir—la malvada madrastra rompió a reír—. Si encuentras un vestido y no vas con esos harapos. No quiero que relacionen a mis hijas contigo.
Y así, Cenicienta añadió a sus tareas el tener que diseñar y coser vestidos para sus hermanas, probar peinados en ellas y maquillarlas. Solo con la ayuda de los pajaritos y ratoncitos pudo terminar sus tareas y arreglar un viejo y hermoso vestido que había heredado de su madre para poder asistir al baile.
Al ver a Cenicienta bajar del ático más hermosa que ellas, la envidia de Drizella y Anastasia fue tal que se arrojaron sobre ella y destruyeron su vestido, acusándola de ladrona. La pobre Cenicienta corrió a refugiarse entre las calabazas, no paraba de llorar por haber perdido el vestido de su madre y no poder asistir al baile.
Tanto lloró Cenicienta que fue escuchada por el hada madrina de los imposibles, quien se dirigió a su lado y la consoló.
—Puedes ir al baile, pero debes regresar antes del término de las 12 campanadas que anuncian la medianoche—advirtió.
Cenicienta estuvo de acuerdo y observó con asombro como el hada madrina convirtió su vestido harapiento y roto en un hermoso vestido blanco cubierto de diamantes. El hada también le dio dos hermosas zapatillas de cristal.
Como faltaba un carruaje, el hada madrina transformó una calabaza del huerto en uno, los ratones los convirtió en caballos, al caballo de la finca en un cochero y al perro en un lacayo.
Así, Cenicienta acudió al baile, donde el príncipe, cansado de sonsas doncellas, se había negado a bailar con ellas, hasta que sus ojos se toparon con Cenicienta, fue amor a primera vista. El príncipe la invitó a bailar y no se separaron durante toda la noche. Cenicienta se distrajo tanto que no escuchó el reloj empezar a dar las campanadas que anunciaban la medianoche. Cuando lo hizo, corrió fuera del castillo, dejando detrás una de sus zapatillas de cristal.
Cenicienta llegó a la finca y descubrió que de su hermoso vestido solo quedaba una zapatilla de cristal. La escondió en su ático y esperó al regreso de su madrastra y hermanastras.
Mientras tanto en el palacio, el Gran Duque informó al Rey de la fuga de Cenicienta y que el príncipe había jurado casarse con ella. Lamentablemente, solo tenían en su poder la zapatilla de cristal, por lo que el príncipe debería casarse con la doncella a la cual le quedara tan delicada y fina pieza.
Y así, el Duque empezó a recorrer todas las casas del reino donde viviera una doncella para probar la delicada zapatilla de cristal, pero a ninguna le quedó. Entonces, se dirigió a casa de Cenicienta, donde lo esperaba Lady Tremaine y sus hijas.
Lady Tremaine había escuchado tararear a Cenicienta la canción del baile en el palacio y sospechó de ella, por eso y antes que llegara el Duque, la encerró en el ático.
Cuando llega el Duque, los dos ratoncitos amigos de Cenicienta, Jaq y Gus robaron la llave del ático y con ayuda de otros animales logran evadir al terrible Lucifer.
Las hermanastras de Cenicienta no habían logrado que sus pies entraran en la zapatilla y el Duque estaba cada vez más desesperado. Para su suerte, Cenicienta llegó en ese momento y pidió probar la zapatilla. Lady Tremaine hizo tropezar al Duque, provocando que la zapatilla cayera al suelo y se rompiera en miles de pedazos.
El Gran Duque se llenó de terror, pero Cenicienta sacó de su bolsillo la otra zapatilla de cristal, demostrando que ella era la doncella de la cual estaba enamorado el príncipe. El Duque probó la zapatilla en los pies de Cenicienta y esta calzó perfectamente.
Poco tiempo después, se celebró la boda entre Cenicienta y el Príncipe, quienes vivieron felices para siempre.
ALADINO Y LA LÁMPARA MARAVILLOSA
Había una vez en el Lejano Oriente un joven ladronzuelo llamado Aladino. Pasaba el tiempo en la plaza y el mercado de Agrabáh, buscando comida para él y disfrutando de su propia felicidad. Incluso, compartía lo robado con quienes eran más necesitados que él. Soñaba que algún día su suerte cambiaría.
A muchos kilómetros, Jafar, Gran Visir del Sultán de la ciudad de Agrabáh, trataba de acceder a la mágica Cueva de las Maravillas. Él sabía que en su interior se encontraba una lámpara de aceite con un genio que le concedería sus deseos. Pero no podía entrar sin quedar atrapado para siempre. Entonces, engañó al sultán para quitarle e diamante azul místico, que tenía el poder para controlar las arenas del tiempo.
—¿Quién puede entrar a la Cueva de las Maravillas? —preguntó al reloj de arena mágico.
La arena tomó la forma de Aladino.
Mientras esto ocurría, Jasmín, la hija del sultán, había huido del palacio, pues no deseaba casarse con algún ostentoso príncipe y su padre no paraba de presionarla para que cumpliera con su obligación. La joven habituada al palacio tomó frutas de un puesto y se las dio a unos niños, no sabía que había que pagar por ella. El mercader furioso llamó a los guardias y Jasmín corrió pidiendo ayuda. Fue así como Aladino y Jasmín se conocieron, él y su mono Abu, la ayudaron a subir al tejado, uno de los muchos escondites de Aladino.
Jafar ordenó a los guardias que atraparan a Aladino y estos obedecieron. Ni siquiera la princesa Jasmín pudo salvarlo. Jafar se disfrazó de viejo prisionero y engañó a Aladino. Le mostró como escapar y le indicó la dirección de la Cueva de las Maravillas.
Una vez llego a la Cueva, esta se abrió a Aladino y con voz profunda y tenebrosa dijo:
—Solo puedes tomar la lámpara.
Lamentablemente, el mono Abú cedió ante la codicia y tomó una joya gigantesca. La cueva entonces, decidió castigarlos y empezó a llenarse de lava. Aladino, logró escapar con ayuda de una alfombra mágica y antes que todo el oro se fundiera y tomó la lámpara.
La cueva se convirtió en un espacio vacío y oscuro. Aladino frotó la lámpara tratando de limpiarla para poder encenderla. Fue así como apareció el genio, quien le explicó que tenía tres deseos. Aladino lo engañó para que lo sacara de ahí sin gastar ningún deseo y al salir le prometió que un deseo sería para liberarlo de la maldición que lo ataba a la lámpara.
—Conviérteme en un príncipe, quiero que Jasmín se fije en mi—pidió al genio.
Este cumplió su deseo y Aladino desfiló en la ciudad haciéndose pasar por el príncipe Ali Ababwa, arruinando los planes de Jafar de engañar al Sultán para que le diera a Jasmín en matrimonio. Jasmín, sin embargo, no quería a un sonso príncipe, aunque su decisión cambió cuando descubrió que en realidad era Aladino disfrazado.
Jafar ordenó a los guardias que encarcelaran al príncipe y se deshicieran de él. Así, Aladino terminó atado de pies y manos y fue arrojado al mar desde un precipicio. Por suerte, llevaba consigo la lámpara, la frotó como pudo y el genio cumplió el segundo deseo, salvándole la vida a Aladino.
Aladino regresó al palacio y peleó contra Jafar, quien trataba de engañar al Sultán otra vez para que le entregara a Jasmín en matrimonio.
Al ver a Aladino, el malvado loro de Jafar, llamado Iago, se las arregló para robar la lámpara mágica. Muy orgulloso se la entregó a su amo. Jafar la frotó con brío y le pidió al sorprendido genio que enviara muy lejos a Aladino, a tierras desconocidas. El triste genio tuvo que obedecer, pues por ley ahora Jafar era su amo.
Aladino terminó perdido en la nieve, pero por suerte, llevaba consigo la alfombra mágica. Voló en ella hasta llegar de nuevo a las tierras de Agrabáh.
Al ver a Aladino de regreso, Jasmín trató de engañar a Jafar para robar la lámpara. Él malvado hechicero la descubrió y la encerró en un reloj de arena para que muriera enterrada. Entonces, se convirtió en una serpiente gigantesca y atacó a Aladino.
—Solo eres una serpiente cobarde—dijo el joven—. El genio siempre será más poderoso que tú.
Jafar, ciego de ira, deseó convertirse en genio, quedando atrapado en la lámpara mágica para siempre, pues todos los genios debían de estar atados a una. Aladino rescató a la princesa Jasmín y utilizó su último deseo para liberar al genio.
A pesar de las leyes en contra de casar a la princesa con un hombre que carecía de sangre noble, Aladino se casó con Jasmín y vivieron felices para siempre.
BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS
Blancanieves era una niña muy bonita y de dulce corazón. Siendo pequeña, su madre murió y su padre volvió a casarse con otra mujer, una malvada reina de nombre Grimhilde. Era una mujer terrible que envidiaba a la joven princesa por su belleza.
La madrastra de Blancanieves también era muy vanidosa, tenía un espejo mágico que siempre le decía quién era la mujer más hermosa de todo el reino. Por eso, cada día y como parte de su rutina, ella le preguntaba:
– Espejito, espejito, ¿Podrías decirme tu quién es la más guapa de todo el reino?
– Eres tú mi señora, la mujer más hermosa de todas—respondía el espejo con voz profunda y oscura.
Con el paso del tiempo, Blancanieves creció y se convirtió en una hermosa jovencita. Cierto día, cuando Grimhilde preguntó al espejo quién era la más bonita este respondió:
– Mi señora, eres muy hermosa, pero Blancanieves te ha superado.
Al escuchar tal respuesta, la malvada reina enfureció, pues no podía concebir que una niña fuera más hermosa que ella. Por eso, reunió a sus sirvientes y al cazador del castillo y les ordenó:
—Mi querido espejo ha dicho que Blancanieves es más hermosa que yo. Os ordeno que lleven a Blancanieves al bosque y acaben con ella. Para estar segura que habéis cumplido con mi orden, quiero que me traigan su corazón en una caja.
Los sirvientes y el cazador se llevaron a Blancanieves a dar un paseo por el bosque. La joven no sospechó nada y se entretuvo jugando con los pajaritos y las flores del bosque. Los sirvientes no pudieron cumplir la orden, la joven era muy noble y buena como para morir por su mano.
—Huye muy lejos, tu madrastra te quiere muerta—advirtió el cazador—. Yo le llevaré el corazón de un jabalí para engañarla y ganar tiempo.
Blancanieves huyó a través del bosque durante horas, cuando estaba muy agotada y a punto de desfallecer, encontró una bonita cabaña en el bosque. Entró y descubrió que todo en su interior era muy pequeño y sucio. Había 7 sillas, siete camas y siete platos con comida. Blancanieves estaba muy hambrienta y cansada, así que se comió todo, limpió la casita y se fue a dormir sobre las siete camitas.
Los dueños de esta cabaña eran 7 enanitos que trabajaban en una mina cercana. Al descubrir su casa invadida por tan hermosa niña sus corazones se enternecieron. Blancanieves les contó los terribles planes de su madrastra y ellos le permitieron quedarse
La malvada reina Grimhilde no se daba por vencida y volvió a preguntar a su espejo quién era la mujer más guapa de todo el reino. El espejo no podía mentir, así que respondió:
—Tu eres hermosa, pero Blancanieves sigue siendo la mujer más guapa de todas.
—Eso es imposible, me trajeron su corazón en una caja—espetó llena de furia.
—Fue engañada, mi ama. Blancanieves no está muerta, vive en una cabaña del bosque con siete enanitos.
La madrastra enfadada decidió terminar el trabajo por su cuenta. Envenenó varias manzanas, se disfrazó de humilde anciana y se dirigió a la casita de los enanos. Al llegar, tocó la puerta y Blancanieves la recibió.
—¿Quién es?
—Ay mi niña, soy una pobre anciana que vive cerca de aquí. Vine a traerte estas hermosas manzanas.
Blancanieves no pudo resistirse a la mágica belleza de las manzanas. Tomó una y pronto cayó muerta sobre el suelo. La malvada madrastra marchó entonces, riendo macabramente porque había logrado su cometido, ahora era la mujer más bella de todas.
La terrible mujer se marchaba riendo mucho y muy alegre de que por fin había logrado acabar con Blancanieves y ser ella la más hermosa de todas.
Cuando los enanitos llegaron a casa y descubrieron lo que había pasado, se pusieron muy tristes. Construyeron una hermosa caja de cristal en la que dejaron a Blancanieves, luego la llevaron al bosque.
Un día, un príncipe paseaba por el lugar, descubrió a Blancanieves y prendado de su belleza y triste por la suerte de los enanitos, abrió la caja y besó a Blancanieves.
Aquel beso lleno de amor deshizo el hechizo de la malvada bruja, la joven despertó y pronto se vio rodeada de sus siete enanitos y un príncipe encantador.
El príncipe se casó con Blancanieves y la llevó a vivir a su palacio junto a los siete enanitos. Todos fueron felices para siempre.
RAPUNZEL
Había una vez una amorosa pareja cuyo único deseo de su corazón era tener un bebé. Luego de muchos años de esperar, por fin lograron un embarazo y fueron muy felices. No importaba si tenían una hija o un hijo, por fin podrían ser una adorable familia.
Pero el destino tenía otros planes y la felicidad nunca sería para ellos. Frente a su humilde morada había un huerto donde se dan hermosas flores y frutos.
La pareja deseaba probarlos, pero no se atrevían a acercarse, porque en el pueblo se rumoreaba que las tierras pertenecían a una malvada bruja. Nadie entraba en el huerto, ni siquiera por dinero.
En el corazón de la mujer embarazada el deseo por comer esos frutos crecía de forma desmedida. Como no había forma de probar las deliciosas y jugosas manzanas que colgaban frente a su casa, cayó enferma gravemente de pena.
Debido a la terrible situación, que podía enfermar a su bebé y llevar a la muerte a su mujer, el hombre se llenó de valor e irrumpió en el huerto. Tomó algunas manzanas y las llevó a su esposa.
Casi como si fuera magia, al comer las manzanas la salud de su esposa mejoró, lamentablemente, para mantenerse sana debía comerlas cada día.
Por esta razón, el hombre debía entrar todas las tardes en la huerta de la hechicera, hasta que ella lo atrapó. Había estado vigilando su precioso cultivo de manzanas, sus frutas favoritas, porque había notado que faltaban algunas.
—¡Por robar mis manzanas perderéis la vida! —amenazó al pobre hombre—. En mi huerto la osadía y el robo se pagan con la muerte.
—¡Por favor! Mi esposa está embarazada y muy enferma. Solo mejora cuando consume sus manzanas—rogó el hombre.
La hechicera comprendió las razones del hombre, pero su corazón no podía ser bondadoso, por esa razón, le propuso un trato cruel. Podía llevar las manzanas a su esposa, todas cuanto necesitara, pero cuando naciera el bebé, se lo entregaría a ella como pago, pues nunca había podido tener hijos.
Al pobre hombre no le quedó otra salida que aceptar, después de todo, ambos podían salir con vida de este problema y tal vez, podrían intentar tener otro hijo.
Así, cuando nació la bebé, que era una hermosa niña, se la llevó a la hechicera, quien terminó criándola como suya. Decidió llamarla Rapunzel.
Con el paso de los años, la niña creció hasta convertirse en una hermosa doncella. Esto despertó la envidia de la anciana bruja, quien decidió encerrarla en una torre alta y perdida en medio del bosque. No había puertas para entrar o salir. Solo una ventana alta desde donde Rapunzel podía asomarse a contemplar el paisaje.
Debido a la soledad y la reclusión, Rapunzel no era feliz. Solo interactuaba con la hechicera, quien cada tarde iba a la torre y la llamaba para que dejara caer su larga trenza para escalar hacia la habitación y darle los alimentos del día.
—Rapunzel, Rapunzel, deja caer tus cabellos—gritaba la bruja. Esta era la señal para que la joven dejara caer su extensa trenza a través de la ventana.
Un día, un joven atraído por los hermosos cantos de Rapunzel, pudo apreciar esta escena. Cómo llamar a la joven y como subir a la torre, lo sabía todo e iba a aprovecharlo.
Y así, cuando la malvada bruja se fue, el joven llamó a Rapunzel. La joven, creyendo que era la bruja, dejó caer su cabello, permitiendo que el joven trepara.
—¡¿Quién eres tú?! —exclamó la joven asustada, pues solo estaba acostumbrada a la presencia de la bruja.
El joven se presentó y pronto, empezaron a compartir el tiempo juntos. Rapunzel descubrió que le gustaba hablar y pasar el tiempo con aquel muchacho, que era mucho mejor que estar encerrada, cantar y recibir a la hechicera.
Lamentablemente, la felicidad no duro mucho. La bruja regresó a la torre porque había olvidado su sombrero. Descubrió que Rapunzel no estaba sola, espero escondida entre los matorrales a que el joven bajara de la torre y lo dejó ciego con un hechizo. El joven se vio condenado a vagar por el bosque, no podía regresar a su casa porque no veía los caminos y tuvo que alimentarse de bayas y raíces.
Luego, subió, acusó a Rapunzel de traidora y cortó su trenza. Posteriormente la desterró a una solitaria cabaña en la parte más profunda del bosque, donde no había caminos y, por ende, ninguna persona frecuentaba.
Con el paso de los meses y de andar, tropezarse y comer bayas, el joven escuchó a lo lejos una voz hermosa que le resultó muy familiar. Siguió el rastro con su agudo oído y descubrió que se trataba de la hermosa Rapunzel.
Al verlo, la joven fue corriendo a su encuentro y lo abrazó con mucho amor. creía que había venido a rescatarla, pero al descubrir que estaba ciego por culpa de la hechicera, rompió en llanto.
Lloró tanto que algunas de sus lágrimas cayeron en los ojos del muchacho, devolviéndole la vista.
La pareja se llenó de alegría y escaparon de aquel terrible lugar. Regresaron al pueblo natal del muchacho y Rapunzel descubrió que se trataba del príncipe del lugar. Pronto se casaron y vivieron felices para siempre.
Preguntas Frecuentes sobre los Cuentos de Amor
¿Es bueno leerle cuentos de amor a los niños?
¡Por supuesto! Leerle cuentos de amor los ayudará a crear lazos con la lectura mientras se le inculcan esos maravillosos valores del amor. Además, aumentará su creatividad y mejorará su comprensión mientras adquieren nuevo vocabulario.
¿Qué es un cuento de amor pensado para niños?
Los cuentos de amor infantiles son relatos que narran historias con tramas sencillas y fáciles de entender. Estas logran conmover tu corazón y transmiten dulces mensajes que te enseñan a creer en el amor.
¿Son los cuentos de amor sólo para niños?
Los cuentos de amor son válidos a cualquier edad. De hecho, leer estos cuentos en tiempos libres nos da esperanza y deja volar la imaginación, sin importar si eres un niño o un adulto. ¡Nada mejor que leer un final feliz!
Leer cuentos románticos puede llevar a tu vida la magia del amor, recordarte que hay mucho más en la vida que la aburrida rutina, demostrarte que el amor nos espera a todos en alguna esquina y que solo debemos saber reconocerlo. Desde Frases.Top queremos animarte a darle una oportunidad al amor y a disfrutar de bonitos cuentos románticos.Los cuentos románticos también pueden darte ideas para un bonito regalo para tu pareja o pueden tener preciosas frases para dedicarle o bien, pueden inspirarte para escribir tus propias frases. Leer cuentos románticos puede hacerte mucho más romántico, algo que sin duda tu pareja apreciará.

Apasionado por la escritura, antes de estar en Frases.Top he ejercido como psicólogo y logopeda especialista en terapia de lenguaje de niños. Si quieres saber más sobre mí, te invito ver mi perfil de Linkedin. También puedes ver mi libro de Frases para Triunfar en la Vida disponible en Amazon.
